Humo blanco. Habemus papam. Eran las 13.07 de Roma cuando de la chimenea de la Capilla Sixtina llegó la señal de que fue elegido el sucesor de Francisco. Algo más de una hora después se supo quién es: Robert Prevost, un cardenal estadounidense nacido en Chicago, con fuertes vínculos con América latina, pues ejerció como misionero en Perú donde se convirtió en obispo y ciudadano naturalizado. Se lo considera una alternativa moderada, cercano a las ideas del argentino Jorge Bergoglio. Pidió llamarse León XIV.
La salida del humo blanco generó aplausos y un clima eufórico entre las miles de personas que esperaban en la Plaza de San Pedro. La noticia hizo que se llenara el espacio, que estalló de alegría cuando León XIV salió a saludar al balcón.
Robert Francis Prevost era un candidato que sonaba con fuerza, ya que es un ejemplo del nuevo perfil de liderazgo eclesial promovido por el pontífice argentino: cercano a las periferias, políglota, y con experiencia pastoral fuera del eje tradicional europeo.
Nacido en Chicago en 1955, y criado en una familia católica de raíces obreras, Prevost ingresó a la Orden de San Agustín en su juventud, impulsado por una vocación misionera que se consolidó con sus estudios de filosofía y teología en la Catholic Theological Union y posteriormente en Roma, donde se doctoró en Derecho Canónico.
Fue ordenado sacerdote en 1982. Sus primeros años ministeriales lo encontraron en Perú, donde ejerció como misionero en una región pobre del norte del país, en la diócesis de Chulucanas. Es un religioso comprometido con la realidad social de América Latina, que aprendió a conjugar el rigor doctrinal con una mirada pastoral atenta a los más vulnerables.
Desde 2023, ocupa el estratégico puesto de prefecto del Dicasterio para los Obispos, un rol que lo convierte en el principal asesor del pontífice en la designación de obispos en todo el mundo. Esa función, además de la confianza explícita de Francisco, le ha dado un lugar privilegiado en la estructura de poder vaticana.
Fuente: Rosario 3