La maternidad es una construcción social que requiere ser analizada desde el contexto en el cual se piensa y no de manera aislada. Menos aún es posible dejar fuera de su reflexión la singularidad de los sujetos que asumen la maternidad.
Actualmente la maternidad no se piensa de la misma manera a cómo era concebida hace diez o cincuenta años atrás. Esto es consecuencia de las transformaciones sociales, políticos, económicos y culturales producidos a lo largo de la historia.
A pesar de los cambios en relación al rol de la mujer en la sociedad y al hecho de ser madre, aun encontramos representaciones sociales que ligan a la maternidad con el instinto materno como si fuera condición innata y biológica de la mujer, como un destino natural.
La Real Académica Española (RAE) define a la maternidad, entre una amplia lista de acepciones del término, como el hecho de concebir, de estar embarazada y finalmente de parir a un hijo siendo una función ejercida por una mujer.
La maternidad como función de la mujer, tal como la explica la RAE, implicaría una visión reduccionista que, por un lado, tiende a reforzar las lógicas biologicistas y patriarcales tan arraigadas en nuestra sociedad, y por otro nos induce a pensar a la función de la maternidad ligada al género mujer.
El psicoanálisis, especialmente con los aportes de Freud primero y Lacan posteriormente, nos brinda herramientas para pensar a la maternidad como función más allá del género, en tanto, el rol de madre es un lugar que puede ser ocupado por los diferentes sexos.
De tal manera, ¿es posible hablar de maternidades en vez de maternidad? Entendiendo a maternidades como un concepto abierto y polisémico que permite incluir nuevos sentidos, como también una diversidad de elaboraciones subjetivas ligadas al deseo de ser madre que nada tienen que ver con las representaciones sociales instituidas.
Las maternidades se pueden pensar como el deseo de quienes asuman la posibilidad y la responsabilidad de ejercerlo, un deseo a construir a lo largo de la vida. Parafraseando a Simone De Beauvoir: “Madre no se nace, se hace”.