¿Cómo transitar el duelo? ¿Qué hacer ante una situación tan dolorosa como la perdida de un ser amado? No hay formas universales de elaboración de un duelo, formulas mágicas o recetas que indiquen los pasos a seguir.
La pérdida de un ser querido nos introduce en una experiencia subjetiva singular: el de atravesar la ausencia del otro, la de aquel que ya no está y que nos enfrenta con ese real inminente que convierte al cuerpo en algo que no sabemos cómo nombrar.
Pérdida que desencadena una serie de movimientos subjetivos donde se podrán en juego las diferentes experiencias vividas entre las cuales se incluyen, por supuesto, los modos en que se han atravesado duelos anteriores.
A pesar de que no existe un camino ni más corto ni más largo o más seguro, en el proceso de duelo es necesario dar lugar a los diferentes sentimientos y emociones que surgen ante la perdida. Sentir tristeza, dolor incluso ganas de llorar son manifestaciones saludables propias del momento que se atraviesa.
Habilitarse a hablar y poner en palabras lo que nos pasa es una forma de simbolizar el sufrimiento para lograr superarlo y así posicionarnos desde otro lugar. Aunque el dolor asociado a la perdida no desaparece comienza a debilitarse con el paso del tiempo.
El duelo es un estado de transición, entre la presencia y la ausencia. Marca un antes y un después. Ya no somos los mismos. Algo cambia sin dudas. No sólo porque dejamos de compartir momentos con esa persona ahora ausente, sino porque nosotros ya no le haremos falta.
Cuando hablamos de duelo, desde una perspectiva psicoanalítica, aludimos a una elaboración subjetiva que hace un sujeto en relación a la pérdida de un objeto amado. Entre el ser amado, ahora perdido, ausente y el sujeto había lazos libidinales, de amor y por qué no, también de odio, ambivalentes.
Al faltar un ser amado, a quien considerábamos objeto de nuestra libido, se produce una ruptura de esos lazos. Ruptura que puede generar sentimientos de culpa, sentimientos ambivalentes respecto a ese objeto ausente, desvanecido.
El duelo, como proceso psíquico, en el mejor de los casos, cuando no hablamos de un duelo patológico que se prolonga en el tiempo causando mayor sufrimiento al sujeto, comprende una reorganización esos lazos libidinales que con el tiempo comenzarán a dirigirse a nuevos objetos de amor.
La forma de atravesar un duelo tendrá las características propias del sujeto implicado en esa perdida por lo cual no hay una forma de atravesar un duelo sino tantas formas de transitarlo como sujetos haya.
Crédito: Alex Demarcos