En esta oportunidad no hubo visita a la librería en busca de un nuevo título para la columna. Esta vez hubo un préstamo, el cual será devuelto a la brevedad. Era domingo. El almuerzo había quedado atrás. Momento ideal para algo dulce y un café amargo. Momento para seguir hablando sobre lo que nos pasó en la semana. Momento en que la tía viene agitando un libro con su mano derecha al grito de: tengo algo para vos. La tijera de Manuel Esteban Gaitán.
El autor nos regala veinte relatos (algunos microrelatos). Situaciones diversas. No hay un hilo conector entre ellos. Gaitán en su “Introducción” lo aclara.
Justamente es esa variedad, la que lo hace atrayente al libro. Vamos a encontrar escritos sobre el valor de la vida y de los afectos. Leeremos también como la ciudad vive el futbol, como fracasa en su intento por escribir una novela rusa, como se deshace de una tijera que solo corta uñas de la mano derecha y su imposibilidad de encontrar otra que corte uñas de la mano izquierda. En fin, tenemos un variopinto de textos a nuestra disposición.
Destaco dos relatos. “Van Basten” y “El día que el cielo cayó sobre nuestras cabezas”. En el primero, el autor describe un encuentro entre el protagonista del relato y Marco Van Basten. Gran jugador holandés de la década del ’90 visita la casa de Eduardo (protagonista) para saludarlo y darle las gracias por ser su admirador.
Y el segundo texto, de manera brillante, Gaitán expone como el cielo decide terminar con la vida humana en el planeta por no saber vivir. Conclusión simple. Tajante. De tinte apocalíptico, nos deja pensando en que algo estamos haciendo mal y por supuesto, tenemos que modificar.
Es un muy buen libro para los que quieren empezar a leer. Textos cortos, de lectura rápida y finales sorpresivos en algunos casos y reflexivos en otros.