El director Johannes Roberts logró -por momentos- el suspenso necesario, pero poco a poco el guion repite situaciones que intentan dar originalidad a la historia, pero no hacen más que resaltar la naturaleza poco imaginativa de los sustos a los que somete al cuarteto protagónico. El elenco se esmeró en hacer creíbles sus rostros horrorizados y así el relato logra apenas ser un buen plato para los amantes del género.
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